viernes, 16 de octubre de 2015

Un dia (hace 15 años) con Miguel

A lo largo de mi juventud, muchos han sido los momentos vividos con Miguelito (Jiménez Hita)  y su familia, menos de los que uno hubiera querido compartir, pero los suficientes para que tengan en mi corazón y en mi memoria un profundo recuerdo.


Hoy revisando fotos, he encontrado esta. Una foto a la que le tengo especial cariño. Fue tomada hace 15 años, aunque a mí me parezca tan cercana en el recuerdo. En memoria de Miguel, maestro cazador y profundo conocedor de cada palmo de El Centenillo, que siempre me enseñó y explicó cualquier aspecto relacionado con la historia del pueblo y su pasión, la caza.




En este caso, pasó un día completo explicando al investigador Tim Birkhead el método de caza con liria, cepos, cuco….. que reflejaría en su libro “The Red Canary”, dedicado a la historia de la cría en cautividad y cruces genéticos de aves. Tim, agradecido por la amabilidad de Miguel, le mandó uno de los primeros ejemplares. (http://www.amazon.co.uk/The-Red-Canary-Genetically-Engineered/dp/0297829963)

 Fue a través de mi amigo Paco Valera, como Tim Birkhead, un conocido investigador interesado (entre otras cosas) en la historia de la ciencia, nos pidió si podíamos enseñarle y contarle como se realizaban la captura de fringílidos en nuestra zona, pues estaba escribiendo un libro sobre la historia de la cría en cautividad y cruces genéticos en aves buscando un determinado carácter “puro” y nos pidió si alguien de primera mano nos podría enseñar todos los detalles de cómo la gente del sur de España, de Sierra Morena, capturaban diversas especies, las escogían y las criaban y educaban para ir consiguiendo individuos con un carácter puro, o para un canto perfecto…..

Así fue como se lo pedí a Miguel y, como siempre, estuvo dispuesto a ayudar.

Pasamos un inolvidable día en El Centenillo, donde Miguel nos mostró de la manera más amigable posible, todo su conocimiento sobre el tema y nos contó como antiguamente la caza de fringílidos formaba parte de la vida cotidiana en la zona.

Nos mostró como se preparaba la liria, los espartillos, el chaparro y como se elegía el lugar y se colocaba todo, incluido el señueloIgualmente nos mostró como se armaban y colocaban los cepillos (costillas, cepos) con la alúa (hormiga de ala) para capturar aves de pequeño tamaño.

Aunque actualmente la mayoría de estas prácticas ya no están permitidas, hasta hace algunas décadas han formado parte de la cultura de nuestros pueblos.

Sin entrar a discutir esto, pues no es el hilo de esta memoria, Miguel nos contó como cuando El Centenillo estaba a pleno rendimiento (entiendo que se refería a la década de los cincuenta) la gente, mineros la mayoría, salían en cuanto tenían el día libre a cazar con liria.

Antiguamente, cuando el pueblo estaba en plena actividad minera y habitaban cerca de 3000 personas, los fines de semana o cuando los trabajadores de la mina descansaban, muchos eran los que, antes del alba, se echaban al campo para cazar “pajarillos”.

Su relato nos hizo vivir el momento como si fuéramos nosotros los que íbamos con el.

Mucho antes de amanecer, con todo preparado la noche anterior, salían carburo en mano en dirección a los sitios que, ya muy conocidos, eran los ideales para la captura de aves. Al salir, era frecuente ver los campos cercanos a El Centenillo, llenos de lucecitas (hasta 50 recuerda Miguel) de gente que iba a coger pájaros con liria.

Ocurría muchas veces, que al salir divisaban como otros cazadores se les habían adelantado dirigiéndose al lugar pensado para la colocación del puesto y, viendo la luz de los carburos por entre los cerros, apagaban entonces ellos su carburo y bien conocedores del entorno, corrían adelantándolos  en la oscuridad, llegando ante al lugar y colocando el puesto antes, y terminando en más de una ocasión en enfados y peleas al descubrirse la trampa.

También nos contaba cómo eran decenas de cazadores los que cada día iban a cazar y en ese momento nunca pudieron imaginar que la escasez de aves alguna vez iba a ser un problema como lo es actualmente. Todo el mundo cogía un buen saco, en ocasiones hasta 100 ejemplares.

A pesar de que esta actividad no estaba prohibida, a veces las Guardia Civil hacía controles por diferentes puestos, principalmente por el tema de las armas. Algunos cazadores, cuando veían acercarse a la Guardia Civil, les daban algunos ejemplares, otros sin embargo escondían algunos pájaros para evitar tener el compromiso de dárselos, alegando que el día se le había dado bastante mal. Sea como fuere, Miguel relataba que muchos guardias, cuando llegaban al cuartel llevaban en la bolsa más pajarillos de los que algún cazador había logrado capturar para sí.

martes, 29 de septiembre de 2015

Noche de eclipse



Son las 11 de la noche y estoy en Jaén, cuando por fin puedo retomar el pensamiento de fotografiar el eclipse lunar en El Centenillo. Un vistazo a la predicción que nada ayuda a tomar la iniciativa. 35% de nubosidad y en aumento.

Como las cosas es mejor no pensarlas, cojo el coche y me dirijo a El Centenillo. Llego a las 1am y efectivamente las nubes dejan entrever la luna por momentos. 

Con todo el equipo preparado, aprovecho a dormir un par de horas. 

A las 3:30 listo, veo que el eclipse ya ha comenzado. Cojo el coche y me dirijo a la zona ya prevista anteriormente: las chimeneas de Santo Tomás, para poder tener una referencia con la luna. Hace fresco y huele a humedad. Los charcos delatan que ha llovido (y bastante) horas antes. Las nubes pululan alrededor pero la luna se ve perfectamente cómo va quedando en sombra.



Frontal listo, trípode y cámara. Primeros disparos para componer e ir ajustando (de fotografía se lo justo....). La luz que es capaz de captar la cámara regala imágenes mágicas.

La luna está perfecta a pesar de que la imaginaba de mayor tamaño, pero al estar situada bastante alta, el efecto "lupa" no es para nada apreciable;si su color. Empieza a tornarse roja









Encendiendo, apagando el frontal para cada disparo, empieza la búsqueda de perspectivas. Las chimeneas son perfectas para tal fin.

La contaminación lumínica que la heterogénea luminaria del poblado minero se convierte en un elemento más de la composición. Desde luego y desde mi punto de vista un elemento a mejorar y mucho. Demasiada luz, diversa (tungsteno, con luz fluorescente, provocando dos dominantes de color muy fuertes) y muy contaminante pues no está dirigida hacia abajo, sino que se proyecta en varias direcciones contaminando lumínicamente el ambiente. Ya que no puede evitarse, sirve para iluminar con extraños colores los elementos del paisaje.
 


Las estrellas, que con la luna llena apenas se veían, aparecen como de costumbre en esta zona en cuanto la luna rebaja su luz con la sombra de la tierra. Ahora estrellas, luna, luminaria  y paisaje se mezclar dejando algunas imágenes que personalmente me gustan.

Paseando con cuidado entre los restos mineros de Santo Tomás para buscar nuevas perspectivas, brillan en la oscuridad una habitual compañera en los paseos nocturnos, una araña lobo a la que no puedo reprimirme para torturarla luminicamente y hacerle alguna que otra foto.


 Empieza la reversión del eclipse a la vez que la luna, bajando en el horizonte se irá ocultando tras las nubes para no volver a mostrarse con claridad.

Momento de repetir algunas fotos nocturnas que en ocasiones pasadas no terminaron de salir bien y de seguir aprendiendo este tipo de fotografía.



Las terrazas de los diques de estériles sellados, ofrecen un sitio ideal para ciertas fotografías como estas.

Hechas algunas de estas fotos, es momento de retirarse a descansar un poco. 2 horas, 260 fotografías para poder escoger alguna medianamente digna que ofrecer a mi ego personal y a vosotros. 

Aquí van unas pocas de ellas.